Juan Ordeix nos llevó a recorrer un sinuoso camino de ilusiones que duró aproximadamente tres horas. Expresiones como: No lo puedo creer!!! Cómo fue? Cómo lo hizo? Cómo pude no darme cuenta? Cómo no lo vi? invadieron el espacio.
En medio de esas expresiones, juntos pudimos recordar que estamos profundamente unidos en la búsqueda de certezas. Todo lo miramos con los cristales de lo familiar y conocido.
Compartimos la cruzada por la búsqueda de la “verdad”. Sin embargo, esa misma necesidad de construir un “Mundo-Verdad” es la que al mismo tiempo nos aleja del asombro, la creatividad, la innovación, la adaptación al cambio y la compasión.
¿Qué es entonces la verdad? Para Nietzsche es “Un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorsmos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas, adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, a un pueblo le parecen jas, canónicas, obligatorias”.
Los grandes ilusionistas conocen en profundidad el “mundo-verdad” en el que interactúan, lo desafían, se convierten en profundos inquisidores y en todo ese proceso logran fascinarnos ante la presentación de mundos no explorados.
Al hablar de grandes ilusionistas, desde ya que incluimos a Juan Ordeix, pero también hablamos y pensamos sobre todo a los grandes ilusionistas de las marcas: Jeremy Scott, Karl Lagerfeld, Phoebe Phillo, Miuccia Prada, Steve Jobs, John Lasseter, entre muchos otros. Todos ellos son implacables directores de lo imposible y recorren frecuentemente el otro lado de la frontera del Mundo-Verdad.